¡De cuántas cosas y circunstancias se vale nuestro Padre para comunicarse con sus hijos! ¡Cuántas veces se nos manifiesta a través de su creación! Si permanecemos en comunión con Él en la sensibilidad espiritual necesaria para captar y entender sus mensajes, ni uno solo pasará desapercibido. ¡Gloria a Dios por Jesucristo y su Espíritu Santo!

Días atrás, al bajarme del automóvil y comenzar a caminar, una paloma se acercó a mí. Se colocó a mi lado y comenzó a andar conmigo al unísono. Me extrañó sobremanera su cercanía y la tranquilidad con que se movía al igual que la persistencia de continuar a mi lado. En ningún momento se inquietó y mucho menos intentó irse volando. Yo me deleitaba observando la serenidad y gracia con que se movía y el aire de gallardía que en ella se manifestaba. Así estuvo acompañándome hasta el edificio contiguo al lugar adonde me dirigía. Luego, con la misma gracia viró y siguió caminando tan serenamente como hasta entonces.

Tal experiencia tan peculiar me cautivó y emocionó de tal manera que no podía dejar de pensar en ella. El símbolo de la paz que distingue a las palomas se hizo tan real que jamás lo olvidaré.  Y es que…

Jesús, mi paz, siempre está presente en mí, se mueve conmigo y es por mí. Él es mi guardador y protector por siempre y siempre… Y, -¿sabes qué? También lo es por ti…

“No temas, porque Yo estoy contigo; no desmayes, porque Yo soy tu Dios que te esfuerzo. Siempre te ayudaré; siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” Isaías 41:10

ZCR
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