
Un Día a la vez
Hay dos días cada semana por los que no nos debemos preocupar, dos días que nos deben hacer libres de todo malestar y afán.
Uno de ellos es el AYER, con sus errores, malas decisiones, dolencias y preocupaciones; ese que pasó para siempre sin que pudiéramos detenerlo. Todo el dinero del mundo carece de valor para hacer que el ayer regrese. No podemos deshacer un sólo acto de los que realizamos. Tampoco podemos borrar una sola palabra de las que salieron de nuestros labios. ¡El ayer se fue para no volver!
El otro día por el que no debemos preocuparnos es el MAÑANA con sus posibles adversidades, sus cargas, sus sorpresas y sus grandes promesas. Ese también está fuera de nuestro control inmediato. El sol de mañana saldrá en su esplendor o detrás de una gran cantidad de nubes, pero saldrá; mas hasta que no salga no podemos apostar al mañana, pues aún no ha llegado. Eso nos deja con solamente un día… el día de HOY.
Cualquiera puede pelear las batallas de un solo día, el que está presente, mas es cuando añadimos las cargas de dos terribles eternidades que nos desmoronamos.
La experiencia de hoy no es necesariamente lo que perturba la paz mental de muchos; a menudo es la amargura que se ha entronizado en el corazón por algo que sucedió ayer y el temor de lo que el mañana pueda traer. Si entendemos este principio, decidamos entonces vivir… UN DÍA A LA VEZ.
Por: Autor Desconocido
“Así que, no se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. ¡Ya bastante tiene cada día con su propio mal!” Mateo 6:34 RVC
“Éste es el día que hizo el Señor; regocijémonos y alegrémonos en él.” Salmos 118:24