Solo o Sola
No pongas tu confianza en simples mortales que no pueden salvar. Dichoso aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el Señor su Dios. Salmo 146:3,5
¿Sabías tú, o en algún momento te has puesto a pensar, que por más rodeado/a de gente que te encuentres, por más amistades con las que te relaciones, por numerosa sea tu familia y por mucho que te amen… vas transitando por la vida completamente solo o sola?
Ningún mortal puede identificarse con tus penas o alegrías a tal grado de sentir lo que tú sientes, pensar lo que tú piensas, o sufrir lo que tú sufres. Cada vivencia, aunque sea compartida, es única, diferente, completamente individual, y los efectos que pueda dejar son distintos para cada una de las partes involucradas. Aunque hayas entrado al mundo con un hermano gemelo, cada nacimiento fue en tiempo diferente y una experiencia única para cada cual. Asimismo la hora de partir de este mundo… aunque en medio de una circunstancia que abarque a muchos, la experiencia de cada uno es personalísima. Solo, cada quien, con su conciencia…
Posiblemente has escuchado a alguien decir: “’En medio del gentío, en el centro del más estruendoso bullicio, me siento como si estuviera en una isla desierta; por más gente que me rodea y por más que me relaciono… me siento solo. Es la almohada, durante la noche, el testigo más evidente de mi soledad.” Y es que… la soledad del espíritu no la puede satisfacer otro ser humano, sólo Dios que es Espíritu, puede.
Se hacen muchas alianzas de diferentes naturalezas, se firman pactos, se llega a acuerdos, se forman clubes, organizaciones, congregaciones, con una misma meta y unos mismos intereses… mas la experiencia que se vive en cada actividad, aunque se disfrute en la más perfecta armonía, es para cada persona… individual, aparte y única. Solo viniste al mundo y solo te habrás de ir y… solo deberás tomar la decisión más crucial de toda tu existencia: Decir sí a Jesús para hacer de Él tu más agradable y especial compañía… ahora en la tierra y por toda la eternidad
«Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin.” Mateo 28:20
Al ver a un paciente de hospital batallando con su enfermedad… a un deambulante ingeniándoselas cada día para subsistir… a un adicto buscando mil maneras de liberarse de su adicción… a quien lucha con el insomnio cada noche anhelando el descanso físico y emocional… a un religioso tratando de llegar a Dios con sus propias fuerzas… a un convicto frente a la más terrible de las sentencias… me percato y llego a la conclusión que, mientras más se confía en otros para salir del túnel de la aflicción, más densas se tornan las tinieblas y más lejos se ve la salida. Y es que… No caben dos en una misma senda, es demasiado angosto el camino, y estrecha por demás la puerta por donde cada vida debe pasar. Se tendrá que enfrentar a la crisis que sea, completamente solo o sola. Mas…
…Aquel que fue a la cruz solo, que desde allí gritó: Padre, ¿por qué me has desamparado?, que conoce lo que es enfrentarse a la muerte en el más solitario abandono… es el único que puede acompañar y asistir a quien reconozca que, solo, no puede atravesar el valle de sombra o de muerte; que necesita de Alguien… a Jesús, el Salvador, el Buen Pastor, el Admirable Príncipe de Paz, quien no se cansa de llamar al cautivo, al afligido, al cargado y cansado: “Ven a Mí; Yo te daré descanso; En Mí tendrás la Paz que tu alma anhela; En el mundo hallarás aflicción, pero confía, Yo he vencido al mundo; No temas; Yo estoy contigo…”
Cuando reconocemos que ningún ser humano tiene el poder de llevar la carga de otro y que solamente Dios puede salvarnos, guiarnos, ayudarnos y librarnos de cuanta adversidad se presenta en esta tierra, es que descansamos, aún en la más crítica situación, y entonces podemos decir de corazón: “Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de Él es mi esperanza. Él solamente es mi Roca y mi salvación. Él es mi refugio…” (Salmo 62:1-2)
Es dichoso, feliz, bienaventurado, aquel cuyo Ayudador es el Dios del cielo, cuyo refugio y fortaleza es la Roca: el Cristo resucitado quien dio su vida para darnos vida. ¡Es bendita la persona que confía en Dios y cuya confianza es el Señor! Jeremías 17:7
–Me basta Tu gracia, Señor; es en mi debilidad que se perfecciona Tu poder.
Por: Zaida C. de Ramón
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Señor… ¡Qué solo quedaste!
Todos te han abandonado…
Nadie pudo acompañarte
en este trance apurado.
Pero es que así estaba escrito
y había de suceder.
Tú solo, como un proscrito,
tenías que padecer.
Hasta el Padre, Justiciero,
te tuvo que abandonar,
cuando quisiste cargar
la maldad del mundo entero.
Solo cargaste la cruz…
Solo cruzaste la senda
que es el sendero de Luz
que nos has dejado en prenda.
Versos del poema: «Solo» de Daniel Nuño