Pescando
“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo…
¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.”
Salmos 42:1-2, 11 RVR1960
“Mucha gente se la pasa toda la vida pescando, mas ignoran que no son peces lo que buscan.” (Henry D. Thoreau) Es la sed y vacío de Dios en lo más profundo del interior de cada ser lo que les mueve a buscar lo que con sus fuerzas jamás podrán encontrar.
Y es que no se sabe distinguir entre la verdadera y más importante necesidad que es espiritual y la que se origina en el corazón conforme a las circunstancias y las emociones. Se busca solución a los problemas del mundo y se desviven por encontrar la satisfacción plena que permanezca, pero se ignora y pasa por alto el verdadero problema y raíz de todos los demás, que es el vivir apartado de Dios. No es buscando cualquier cosa para saciar el apetito físico o emocional, es haciendo la paz con el Padre Celestial a través de su Hijo, que se llega a descansar. No es haciendo; es creyendo y creyendo… de verdad… no intelectualmente, sino, de corazón.
Sólo a través de Jesucristo se encuentra lo que el alma anhela que es la paz que resulta de llegar al Padre, de amistarse con Dios. ¡Gloria a Dios por Jesucristo, el único Mediador entre Dios y los hombres!