Oxígeno al Alma

Oxígeno al Alma

Una vez, cuando Jan era maestra de tercer grado, hace ya tiempo, un niño de ojos vivarachos se acercó a su escritorio, la miraba, y mientras hablaba con ella le daba vueltas a un mechón de sus cabellos; él pensaba que Jan era el lucero que iluminaba la noche. Una y otra vez él hacía pésimamente sus tareas y exámenes.

Un día Jan se puso de pie, lo miró y le dijo: «Rodney, eres un niño muy inteligente; tú deberías hacerlo mejor en la escuela, en realidad, tú eres uno de mis mejores estudiantes. Antes de que pudiera continuar diciéndole que él debía mejorar sus tareas escolares, él la miró asombrado y le dijo: -«¡Yo no sabía eso; nunca nadie me había dicho tal cosa!»

Desde aquel momento, Rodney empezó a cambiar. Sus tareas eran nítidas, completas y mejoró su escritura; se convirtió en uno de sus estudiantes más sobresalientes, todo porque ella se lo afirmó y le hizo ver que era importante. Jan le dijo algo que nadie le había dicho antes. Esas palabras de elogio y estímulo cambiaron su vida para siempre.

Nadie jamás se ha enfermado o se ha muerto por recibir un elogio y estímulo sincero. Pero, ¿quién puede contar los corazones heridos, las almas abatidas, y las mentes atormentadas producto de su carencia? Debemos aprovechar cada oportunidad para dar ánimo. El estímulo es oxígeno al alma.

«El hombre se alegra con la respuesta de su boca; y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es! Proverbios 15:23

Artículo tomado de:
Devocionario de Dios para Mujeres

Hagamos un favor al mundo y a nosotros mismos: Busquemos lo bueno en los demás y celebremos lo que encontremos. Al hacerlo, nos constituímos en canal de bendición levantando el ánimo en un tiempo de tanta necesidad.

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