Nada nuevo
Leyendo un libro de A. W. Tozer me topé con un comentario que me recordó un incidente del pasado. Comentaba el autor en su libro que «cualquier novedad descubierta por alguien hoy, es ya arcaica, pues esa es la expresión presente de un pensamiento previo de Dios.» (O sea, que… cuando alguien hace un descubrimiento lo considera algo nuevo, mas no lo es, pues esa es la manifestación hoy de lo que ya Dios había concebido y revelado a otro.)
Al leer sobre eso recordé que un día, mientras me encontraba frente a los estantes de una librería revisando el contenido de cierto libro, se me acerca una persona y me dice: “Hay ideas que vienen a nuestra mente como algo nuevo mas luego uno descubre que ya otro se le había adelantado.” Y es que el libro que tenía en su mano trataba de un tema sobre el cual él también había escrito, creyendo en el momento que lo escribió, que había sido el primero en expresarse sobre tal asunto.
Pues, en esta ocasión me tocó a mí llegar a la misma conclusión…
Escuchaba a alguien que, comunicándose vía telefónica con cierta persona, se identificó diciendo: “Soy yo.” Supuse que el receptor reconoció su voz pues la conversación se dio sin cuestionamientos. En ese momento me viene un pensamiento basado en la experiencia que vivió Moisés con la zarza que ardía y no se consumía y donde Dios le habló dándole instrucciones precisas. Al preguntarle Moisés por su nombre para decirle al pueblo de Israel, Él le dijo: “YO SOY EL QUE SOY. Así le dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a ustedes.” (Éxodo 3:14)
Relacionando esa porción bíblica con lo que acababa de escuchar, comencé a cavilar en lo que antes consideraba común y corriente mas en ese momento me inquietaba. “Si Dios es el YO SOY pues ningún ser en la tierra se debe llamar a sí mismo de esa manera. Hay un YO SOY y no hay más…” (Sólo Jesús en varias ocasiones se refirió a sí mismo como el Yo Soy, y claro, Él es Dios; siempre lo ha sido y siempre lo será.)
Me extrañé al pensar en el asunto por lo incomprensible que pudiera parecer a otros, mas para mí estaba tan claro como el agua aunque nunca había escuchado ni leído sobre el particular.
Para mi sorpresa, mientras días después leía un libro de Louie Giglio, éste hace referencia a otra de sus obras, y al ver el título me causó risa, no sólo por lo raro y hasta jocoso del mismo sino por la relación con mi experiencia y por lo dicho antes de que, por original que parezca la idea que nos asalte, no es novedad pues ya había sido concebida antes. El título del susodicho libro: “Yo no soy pero conozco a YO SOY”. El mismo autor lo considera un título que muy pocos comprenderán hasta que lean su libro. Definitivamente, nada hay nuevo bajo el sol.
Es que la historia se sigue repitiendo y las experiencias continúan naturalmente confirmando que “toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces”… lo que nos recuerda que el Grande, Soberano y Todopoderoso es el Dios del universo, el Principio y el Fin y el que es y siempre será, y nosotros somos más que bienaventurados en poder relacionarnos con un Dios tan grande. Gloria y honra a Jesucristo, el Único que la merece, pues es Él el Camino que nos lleva al Padre.
“Lo que ya ha acontecido volverá a acontecer; lo que ya se ha hecho se volverá a hacer ¡y no hay nada nuevo bajo el sol! Hay quien llega a decir: «¡Mira que esto sí es una novedad!» Pero eso ya existía desde siempre, entre aquellos que nos precedieron.” Eclesiastés 1:9-10 NVI
ZCR
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