Mi Tesoro
En cierta ocasión vi una taza de té en una tienda de antiguedades con un diseño exquisito. En el momento me deslumbró y la compré. De ahí en adelante me dediqué a buscar, en diferentes lugares, las piezas restantes para completar el juego, pero sin éxito. No encontré ni una sola pieza.
Justo cuando comenzaba a pensar que pudiera ser una pieza única, ¡se me sirvió té en una taza idéntica en casa de una amiga! Abrí los ojos asombrada y mi amiga me dijo: “¿No es bella? Compré el juego en una venta especial. Desafortunadamente, le falta una pieza.”
Me sonreí pues sabía que lo que había considerado mi tesoro pronto tendría un nuevo hogar.
Por: Paul Kortepeter
¡Qué bien nos sentimos cuando podemos despojarnos aún de lo más preciado para beneficiar a los demás! ¡Que felices somos cuando reconocemos que el verdadero tesoro no es material ni perecedero, sino espiritual y eterno!