Todo ser humano tiene su historia y cada capítulo que la compone guarda vivencias tan únicas y exclusivas que solo Dios y cada cual conoce a cabalidad.

Cuando consideramos experiencias que otros han vivido, aún cuando las propias hayan sido  extraordinarias por lo buenas o no tan buenas, no dejan de tocarnos en lo más profundo, mostrándonos que cada ser en este mundo tiene sus batallas y sus luchas que sólo él o ella conoce y puede sobrellevar. 

Cuando, en medio del torbellino, decidimos refugiarnos bajo las alas protectoras del Todopoderoso, y nos disponemos a aprender la lección que tal vivencia encierra, nuestra victoria está asegurada. Si en la oscuridad de la crisis buscamos el mensaje que ahí se encuentra, los secretos muy guardados de Dios nos serán revelados; el panorama cambia para hacer de la peor crisis la más rica y hermosa bendición.

No importa cómo se llame tu carga, tu tormenta o tu lucha… cuánto se haya calentado el horno en que te encuentras… cuán profundo el foso en que te han echado o cuántos leones pretendan atemorizarte… Ahí contigo está el Señor de los Ejércitos rodeándote, protegiéndote y defendiéndote como sólo Él puede y sabe hacerlo.

Sólo desvía la mirada de tu circunstancia, deja de buscar solución a tu problema, olvídate de ti y deléitate en Jesús… Siempre habrá alguien con una situación peor que la tuya y aunque en eso no se encuentre mayor consuelo, el saber que no estamos solos, nos fortalece y alienta, pues, nuestro Redentor… VIVE.

“Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, Él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. A Él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.” 

ZCR
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