Bendiciones del Señor sean derramadas sobre todos y cada uno de los que buscan deleitarse en aquello que edifica, los que han aprendido a separar la paja del trigo y han puesto en balanza lo eterno y lo efímero, optando por lo primero.

Llegamos al valle de la decisión… es hora de asumir posiciones firmes que nos conduzcan a la meta, sin mirar hacia atrás, puestos los ojos en Jesús; no vaya a suceder lo que a la mujer de Lot, quien, por menospreciar lo que era de más valor, se volvió estatua de sal. Es hora de decir como el salmista: “Señor, abre mis ojos y miraré las maravillas de tu ley.” Salmos 119:18

Digámosle adiós a la tibieza, a la inconstancia y al doble ánimo de una vez y para siempre y dispongámonos a escapar por nuestra vida agarrados de la mano de Jesús nuestro Libertador, nuestro Refugio y nuestra Fuerza. El mundo vive buscando deleites pasajeros… “no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.”

Las señales de los tiempos hablan por sí solas. Están tan claras que hasta los ciegos físicos las pueden advertir. ¡Maranata… Jesús viene otra vez! En esta ocasión, no a Belén ni al calvario; viene a rescatar a los suyos de este mundo que se pierde. ¿Lo crees?

Cuando las puertas del cielo se abran y aparezca el Deseado de todas las Naciones, los fieles podremos decir, presente, haciéndonos uno con Jesús y así vivir con nuestro Amado por toda la eternidad.

El Señor está A LAS PUERTAS; es hora de creer y pedir a Dios que nos ayude a hacer sendas derechas para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. Sobre toda cosa, nos ayude el Señor “a guardar con celo nuestro corazón, porque de él mana la vida.” Proverbios 4:23

“Y el mismo Dios de paz nos santifique por completo; y todo nuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” 1 Tesalonicenses 5:23

ZCR

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