La Pena Mata

La Pena Mata

Tomasito no podía contener la pena al observar a una oruga luchando en su naturaleza por salir de la densa cubierta que le envolvía. Él sabía que el resultado de aquella crisis sería una hermosa mariposa, pero, le era bien difícil esperar el tiempo necesario por lo que, en su tristeza, se vio tentado a cortar la envoltura para ayudar al “pobre gusanito.” Habiéndose librado de la tentación, subió a su casa resignado pero sintiéndose muy infeliz por no ayudar a la oruga a avanzar en su proceso de transformación.

Cabizbajo y pensativo se dirigió hacia su habitación, cuando, al pasar por la de su hermanito, escuchó a su padre amonestándole. Sin conocer la razón de aquella reprimenda, Tomasito no pudo evitar el que nuevamente “su compasión” aflorara y sin acercarse ni inquirir sobre el asunto con nadie, siguió caminando, lleno de malestar contra su padre.

Si a tiempo Tomasito hubiera sabido que la compasión humana es completamente opuesta a la divina, que son tan distantes una de la otra como lo es el cielo de la tierra, que la una acarrea maldición mientras que a la otra le sigue la bendición… no hubiera crecido llevando ese lastre tras sus espaldas, producto de un sentimiento de amor y justicia completamente distorsionado.

¿Cuántas personas han llegado a su madurez física como infantes emocionales y espirituales por no haber conocido el amor y la sabiduría de Dios?

En el momento en que soldados prendieron a Jesús para arrestarle, uno de los que estaban con Él, tratando de defenderlo, sacó su espada e hirió a un siervo del sumo sacerdote, a lo que Jesús le dijo: “Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. ¿Acaso piensas que mi Padre no me defendería si se lo pidiera? ¿Cómo entonces se cumpliría lo que está escrito, de que es necesario que así sea?” Mateo 46:51-54.

Cuando Jesús anunciaba su muerte a los discípulos, Pedro, agobiado por la pena y el Ay, bendito, lo tomó aparte y comenzó a tratar de persuadirle para que se cogiera lástima a sí mismo y que tal cosa no le aconteciera. Jesús, volviéndose a Pedro, con autoridad le dijo: “¡Quítate de delante de mí, Satanás; me eres tropiezo, porque tu mirada no está en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.” Mateo 16:22-23.

Oye, ¿en cuántas ocasiones personas han tomado la espada de la compasión engañosa para tratar de defender a alguien, o han tratado de reconvenirle para que escape de lo que pudiera ser la circunstancia que Dios quería usar para bendecirle?

image¿Cuántos han inutilizado (espiritualmente) para siempre aquella oruga que esperaba su tiempo para transformarse en mariposa, contribuyendo con el enemigo de las almas para que tal milagro de transformación y regeneración jamás se llevara a cabo?

¿Qué hubiera sido de la humanidad si Jesús hubiera seguido los consejos de Pedro? ¿Qué esperanza tendríamos tú y yo…? «¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque quién entendió la mente del Señor?¿O quién fue su consejero?» Romanos 11:33

Tras el espíritu de juicio disfrazado de pena y compasión no está Dios sino el enemigo. El que busca erigirte como juez de todo y todos, no es Dios, sino aquel que persigue ensuciar tu corazón y robar tu alma. “Más vale la tristeza en el rostro, que la mancha en el corazón.”

Cuida que la empatía por los que consideres menos afortunados, no te confunda enjuiciando por su condición aún a… Dios. No tratemos de amar más que Dios; es de todo punto imposible. Recuerda siempre que: La pena mata, pero el Amor… edifica y produce vida.

ZCR
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