A la Victoria

A la Victoria

En una carrera de los 100 metros con obstáculos en las olimpiadas del 1980 salieron los 8 competidores. El número 5 saltó el primer obstáculo, luego el segundo y el tercero; su desesperación fue tal que no pudo saltar totalmente el cuarto, tropezando y cayendo pesadamente. Vió a los demás alejarse, sin embargo se puso en pie y continuó la carrera; se dio cuenta de que su rodilla sangraba y que su pierna no tenía la fuerza necesaria por el golpe, pero aún así continuó. Mas adelante volvió a tropezar y cayó nuevamente.

En ese punto ya los otros competidores habían llegado a la meta y los que estaban alrededor de la pista le decían que saliera pues estaba sangrando y de todas formas ya no iba a ganar la carrera. El atleta no les hizo caso, se levantó y siguió adelante; su objetivo era llegar a la meta y lo iba a lograr sin importar lo que pasara. La gente en las graderías estaba atónita al ver la persistencia del hombre.

En medio de la odisea llegó al final de la pista. Todo el estadio olímpico se puso de pie, y estalló en una ovación al hombre que había demostrado lo que era más importante en una carrera: ¡Perseverar hasta el final sin importar los tropiezos!

En esta vida, mis amigos, sentimos muchas veces que hemos caído demasiadas veces y que ya no podemos más, pues pensamos que la carrera está perdida. Nunca estás tan abajo que Dios no te pueda levantar, ni tan lejos que Dios no te pueda alcanzar. ¡No te rindas! ¡Sigue! Sigue hasta el final… Que ahí estará tu Creador con los brazos abiertos aplaudiendo tu perseverancia y confianza en Él, dispuesto a entregarte tu corona de vencedor… Nunca te rindas. ¡Sigue hasta la meta!

Por: Autor Desconocido

Comentario: Dios envió a su Hijo al mundo con un propósito definido y, Jesús, dispuesto a hacer la voluntad del Padre, a pesar de vituperios y sufrimientos no cesó en su empeño hasta verlo consumado. ¿Cómo logró Jesús llegar al final de su jornada? Tres puntos lo mantuvieron en la fortaleza necesaria para alcanzar la meta:

  1. Hacer la voluntad de su Padre por amor a ti y a mí.
  2. Le restó importancia al dolor y a la humillación.
  3. Por el gozo que le aguardaba.

¿Podemos nosotros hacer lo mismo? -“Sí”, si mantenemos los ojos en Jesús… el autor y consumador de la fe. (Hebreos 12:2)

“Hubiera yo desmayado si no creyese que veré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes.” Salmo 27:13

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