Experiencia de vida
Un hombre publicano y rico llamado Zaqueo había escuchado sobre Jesús, y al enterarse que Éste pasaría por la ciudad, la curiosidad lo inquietó sobremanera y avanzó hacia el lugar. Al llegar se subió a un árbol para poder verle mejor. Cuando pasó Jesús, miró hacia arriba y al ver a Zaqueo le dijo: “Zaqueo, date prisa y desciende porque es necesario que hoy pose Yo en tu casa.” Zaqueo descendió rápidamente y le recibió gozoso y delante de todos prometió dar a los pobres la mitad de sus bienes y si en algo a algunos había engañado, les devolvería cuatro veces lo que les había robado. Ese día le llegó a Zaqueo la salvación porque Jesús vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. (Lucas 19:1-10)
Y es que… los conocimientos adquiridos, la religión con sus doctrinas y el oir hablar sobre Jesús no basta, no es suficiente, de nada sirve; es necesario encontrarse con Él en una experiencia de vida que dé frutos y permanezca. El hambre y sed de Dios, esa necesidad espiritual que tantos ignoran o confunden buscando llenarla de tantas formas erradas e inútiles, sólo es saciada por Aquél que es el Pan de Vida y Agua que salta para vida eterna: JESUCRISTO, el Hijo del Dios Viviente. “El que bebiere de esa agua, no tendrá sed jamás.” (Juan 4:14)
No es convencerse intelectualmente, es convertirse de corazón. No es tener religión, sino establecer y mantener una relación; es anhelar un cambio y hacer la paz con Dios. No basta escuchar sobre Dios, hay que conocerle y ésto, a través del único Camino: JESUCRISTO. ¡En ello nos va la vida eterna!
¡Es bienaventurada la persona que, al advertir el toque tierno y sutil del Maestro, no lo piensa dos veces, sino que en el momento desciende del falso y débil pedestal que se había erigido y se postra a sus pies en fe y por amor a Quien vino a darle vida y vida en abundancia! Es entonces que se da el milagro de la salvación… “La misericordia de Dios se enfrenta a la Verdad que es Jesucristo dando como resultado la justificación de los pecados. Se cae la muralla que te separaba de Dios haciendo entonces la paz.” (Según Salmos 85:10)
“Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” Romanos 10:9-10
ZCR