“El enfoque… la atención de cierta reunión era hacia la persona de JESÚS. El orador era un científico, el ingeniero químico de más alto rango de una de las compañías aeroespaciales más grandes del mundo. Había sido un ateo a través de casi toda su vida, pero… algo sorprendente le ocurrió. Un día se vio envuelto en un terrible accidente en el cual sufrió más de una docena de heridas graves, sin embargo, milagrosamente, había sobrevivido. Más tarde se convenció de que sólo Dios pudo haberle salvado la vida.

Los próximos seis años los pasó inquiriendo sobre las diferentes religiones de todo el mundo. Finalmente, en su desesperación, decidió investigar acerca del cristianismo, pero no desde el punto de vista de alguna denominación en particular, en su lugar decidió leer en  la biblia lo que Cristo tenía que decir. Para su sorpresa encontró que Jesús no hablaba de religión, sino, de una relación con Dios a través de Jesucristo.

Contrario a las demás religiones, el cristianismo según lo explicaba Jesús, no tenía que ver con buscar a Dios en las alturas, sino, Dios alcanzando al hombre abajo, y ésto, a través del sacrificio de amor de su Hijo.” (Historia tomada de “The greatest man who ever lived” de Steven K. Scott)

Y es que… Dios no busca cabezas llenas de conocimientos; Él busca corazones humildes cuyo espíritu se sensibilice ante el toque y la revelación de su Espíritu. Y en muchas ocasiones, ésto se hace realidad a través de una crisis inesperada para la cual no se encuentra solución.

La autosuficiencia y prepotencia dirige al ser humano a enfrentar toda clase de reto confiando en su propia y personal capacidad, ya sea intelectual, física o material. Mas… llega un día en que nada ni nadie en el mundo puede ayudarle a enfrentar y vencer al gigante con el cual jamás pensó que tuviera que lidiar. Es entonces que se desvía la mirada hacia arriba reconociendo que sólo en Dios está la salida; sólo Dios puede vencer a Goliat; sólo Dios tiene en sus manos la victoria y, ésto, sólo por medio de su Hijo Jesucristo. 

Si a tiempo nos apercibimos de nuestra impotencia y necesidad de Dios, cuando llegue el día malo estaremos preparados para enfrentar lo que sea y salir airosos, para la gloria y honra de Aquél que todo lo puede. El amoroso Padre Celestial siempre nos tiene en su agenda, hagamos nosotros lo mismo… «Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe.»

ZCR

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