El efecto… Paz

El efecto… Paz

Un automóvil con una carga pesada se movía lentamente en la carretera formando, con su lentitud, una fila bastante larga de automóviles siendo el nuestro uno de ellos. Por ser el trayecto con muchas curvas y de un solo carril en ambas direcciones se hacía imposible pasarle. Observaba yo el escenario perfecto para cultivar la paciencia mas era la impaciencia lo que quería manifestarse.

Pensaba yo… “¿por qué el conductor no se estaciona un momento donde pueda y permita que podamos salir de esta caravana?” Mas… inmediatamente, otro pensamiento afloró a mi mente: “Es que la manera de ser y de pensar de esa persona no es como la mía, por lo que yo no puedo pretender que haga lo que yo haría en una circunstancia como esa.”

La paz del Señor me inundó de tal manera que comencé a entonar el cántico: “Él es mi paz”. Y todo eso mentalmente en comunión con mi Señor. Unos minutos más tarde el conductor hizo exactamente lo que yo pensaba que debía hacer… Se echó a un lado y pudimos seguir todos a velocidad normal.

Comentaba entonces con mi esposo la odisea de tales pensamientos llegando a la conclusión que el mayor conflicto con que vive la humanidad es… querer que los demás funcionen como uno quisiera. Gracias a Dios por su Espíritu Santo que no se tarda en redargüirnos y en alumbrar nuestro entendimiento para nuestro bien y los que nos rodean.

¡Cuánto estrés emocional se produce en las personas que a tiempo no se aperciben del daño que se están autoinfligiendo con tal hábito! ¡Si en cada situación recordáramos el hecho de que cada ser es único y por lo tanto, diferente! Digámosle adiós a la altivez de la naturaleza humana que, cual gigante dormido, en ocasiones se despierta para desviarnos del camino seguro, y recibamos con fe y humildad el amor divino que tolera y pasa por alto las diferencias sin importar cuáles y cuántas sean…

Es el respeto el puente que me conecta con quien no piensa como yo ni actúa como yo quisiera porque está cimentado en el “amor que Dios derramó en mi corazón por el Espíritu Santo que me fue dado.” (Romanos 5:5)

“…Les ruego que vivan siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor. Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz.” Efesios 4:1-3 NVI

ZCR

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