El ángel de Sing Sing
En 1921 Lewis Lawes fue nombrado director en la cárcel de Sing Sing. En ese tiempo no había otra prisión más dura que esa. Pero al retirarse Lawes, 20 años después, se había convertido en una institución modelo en el trato humanitario hacia los prisioneros y en programas de rehabilitación. Los que evaluaron el sistema dijeron que el crédito por el cambio le pertenecía al director Lawes. Pero, cuando se le preguntó a él sobre el particular, él dijo: “Todo se lo debo a Katherine, mi amada esposa, cuyo cuerpo se encuentra enterrado en las afueras de la prisión.”
Lewis y Katherine Lawes
Katherine Lawes era una joven madre con tres niños cuando a su esposo lo nombraron director. Todos le aconsejaban que no pusiera un pie dentro de esa prisión, pero eso no detuvo a Katherine. Al celebrarse el primer juego de baloncesto en la prisión ella asistió con sus tres niños y se sentó en las gradas con los reclusos.
Su actitud era: “Mi esposo y yo cuidaremos de estos hombres y yo estoy segura que ellos cuidarán de mí. No tengo porqué preocuparme.” Ella veía a los prisioneros como seres humanos dignos de atención y respeto.
Katherine insistía en relacionarse con ellos y conocer sus expedientes. Cuando supo que un asesino convicto era ciego enseguida le hizo una visita. Tomando sus manos entre las suyas, le preguntó: -“¿Lees en Braille? -“¿Qué es eso de Braille?” él le preguntó. Ella, entonces, le enseñó a leer. Años más tarde él lloraba por el amor que llegó a sentir hacia ella.
Más tarde encontró en la prisión a un sordomudo y se fue a la escuela a aprender el idioma de señas. Muchos decían que Katherine Lawes era Jesús que estaba entre ellos en Sing Sing desde el 1921 hasta el 1937.
Luego, Katherine falleció a causa de un accidente automovilístico. A la mañana siguiente, Lewis Lawes no se presentó a trabajar. Inmediatamente todos pensaron que algo andaba mal. Al día siguiente el cuerpo de su esposa descansaba en un ataúd en su casa a tres cuartos de milla de la prisión.
Al dar su ronda matutina, el subdirector de la prisión quedó asombrado al ver a una multitud de criminales de la apariencia más tosca reunidos en tropel frente al portón principal. Se les acercó y vió lágrimas de angustia y tristeza en sus rostros. Él sabía cuánto ellos amaban a Catherine. Se viró y enfrentó a los hombres diciéndole: “Está bien, hombres, pueden ir. Sólo asegúrense de reportarse esta noche.”
Les abrió el portón y una parada de criminales caminaba, sin un guardia siquiera, tres cuartos de milla y, uno a uno en fila, ofrecían sus respetos finales a Katherine Lawes, la mujer que diariamente entraba al infierno para mostrarles un pedazo de cielo. Todos y cada uno regresaron a reportarse a la prisión esa noche. ¡Todos y cada uno!
M. Hernandez
T. Kimmel
Comentarios: Amor no es recibir; es dar. Es poner en función la empatía que nos lleva a identificarnos con los demás, reconociendo que es Dios quien dota y mueve a quien se deja mover, no para glorias personales sino para la Gloria de Dios. “Así como Él nos amó y dio… Nos dio a su Hijo para que todo el que cree en Él, no se pierda , mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16)