Cuando sopla el viento
Un apuesto joven llegó a una finca a solicitar trabajo como jornalero. Cuando el viejo granjero que lo entrevistaba le preguntó por sus calificaciones, éste contestó muy confiado: “Yo puedo dormir en paz cuando sopla el viento.” Esas palabras dejaron al granjero algo confundido. No obstante, le simpatizaba el joven de apariencia agradable y lo contrató.
Días más tarde, una fuerte tormenta despertó bruscamente al granjero y a su esposa durante la noche. Comenzaron ellos a inspeccionar todas las áreas para ver si todo estaba bien asegurado. Encontraron que los cerrojos en la finca estaban bien sujetados. Una buena provisión de leña había sido colocada al lado de la chimenea. Todas las herramientas estaban bien organizadas en la cabaña de almacenaje. El tractor había sido movido hasta el garaje. El granero estaba cerrado adecuadamente y hasta los animales estaban recogidos y tranquilos. El joven jornalero dormía plácida y profundamente. Todo estaba en orden. El granjero entonces comprendió el significado de las palabras del joven, “Yo puedo dormir cuando sopla el viento.”
Debido a que el jornalero fue fiel en desempeñar su trabajo cuando el cielo estaba claro, estaba preparado para cuando azotara la tormenta. Por eso, cuando ésta llegó y el viento sopló, estaba completamente tranquilo y sin temor alguno. Pudo dormir en paz. Y es que… él había encomendado todos sus asuntos al Príncipe de Paz.
¿Cómo podemos aplicar esta historia a nuestras vidas? El dejar de hacer lo debido en el tiempo oportuno es lo que produce dolor de corazón en la puesta del sol.
Por el otro lado, si a tiempo nos apercibimos y hacemos lo que nos corresponde en el momento apropiado, gozaremos de la satisfacción que produce el ser diligente, responsable y disciplinado/a. No nos arriesguemos a que el huracán nos coja desprevenidos.
Por: Autor Desconocido