Lo damos por Hecho

Lo damos por Hecho

«Que todo lo que soy alabe al Señor; con todo el corazón alabaré su santo nombre. Que todo lo que soy alabe al Señor; que nunca olvide todas las cosas buenas que hace por mí. Él perdona todos mis pecados y sana todas mis enfermedades. Me redime de la muerte y me corona de amor y tiernas misericordias. Él colma de bienes mi vida y me rejuvenece como a las águilas.» (Salmos 103:1-5)

Estamos tan acostumbrados a tomar las cosas «for granted» como dice el anglosajón, o como decimos los hispanos, «dar por hecho»o «dar por sentado», que no realizamos que eso que, durante toda nuestra vida nos ha llegado como bendición, lo subestimamos y no lo valoramos. Las bendiciones espirituales, físicas y materiales las tomamos como si  las mereciéramos…

La salvación del alma, la salud de nuestro cuerpo, cada necesidad suplida, el sol que nos alumbra y calienta, la luna y las estrellas que adornan el firmamento en la noche, el oxígeno que respiramos, la lluvia que mantiene con vida las plantas que nos dan su alimento, la brisa que nos refresca, y cada persona que ha sido instrumento de bendición en nuestras vidas… todo eso y más debiera mantenenernos en actitud de agradecimiento hacia un Dios que no se cansa de bendecir. ¡Cuántas acciones de gracias de lo más profundo de nuestro ser debieran manifestarse en nuestras vidas cada mañana al despertar!

En cierta ocasión meditaba en algo tan simple como un exquisito plato de comida que, como obsequio, alguien puso en la mesa de una familia. En un santiamén se devora el manjar y, por cortesía, se dan las gracias acostumbradas sin profundizar en el valor real y justo que tal obsequio merece que se le dé, pasando por alto el esmero, el esfuerzo y el tiempo que le tomó a la persona que lo confeccionó para agradar el paladar de los comensales. Y sobre todo eso, el Dios de amor siempre dispuesto a usar a quien se deje usar para bendecir, no por mérito alguno, sino, por gracia…

Y es que cuando nuestras necesidades son suplidas de día en día pasamos por alto el valor que tiene tan grande bendición. Nadie valora tanto un plato de comida como esa persona que en algún momento careció de ella. Cuando nuestra salud es afectada, ¡Cuánto la valoramos cuando la disfrutábamos! Quienes han perdido su trabajo, ¡Cuán bendecidos piensan que fueron cuando lo tenían! Todo lo que nos llegó como bajado del cielo, y que en su momento no lo apreciamos justamente, ¡Cuánto valor le damos entonces!

¿Quién está detrás de cada bendición que tomamos por hecho como si la hubiéramos ganado? – El Padre Celestial, el Creador de todo lo creado, el Dios Soberano quien no hace nada que no suponga bienestar para sus criaturas; el Dios a quien muchos le adjudican los sufrimientos, las crisis, los problemas, e infinidad de males; Aquel que todo lo creó para buenos y malos, para los que creen en Él y para quienes lo niegan, para quienes se deleitan en su presencia y los que lo ignoran, para aquellos que reconocen su necesidad y para los pre-potentes, para los humildes y para los soberbios y orgullosos… «El sol que Dios creó sale para todos.»

No ha conocido el amor verdadero quien concibe a Dios como un Dios castigador. Dios no quiere el mal para sus criaturas; sus pensamientos son de paz y no de mal. «Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.» (Jeremías 29:11 NVI)

Desde antes que fuéramos concebidos ya el Dios Soberano había diseñado su plan perfecto para bendecirnos completa y totalmente en todas las áreas de nuestras vidas, una vida en abundancia. ¡Y pensar que vivimos cada día recibiendo y recibiendo sin realizar que detrás de cada dádiva hay un Dador que no cesa de colmarnos de sus bondades y beneficios! -¿Acaso porque nos considera buenos? ¿Acaso lo merecemos? ¿Acaso quien más recibe es porque hizo algo para ganarlo? Jamás ser humano alguno será merecedor del amor de Dios el cual es manifestado para que sepamos que cuando no lo amamos a ÉL, Él nos amó a nosotros con el propósito de acercarnos a Él… Para eso envió a Jesucristo, su Amor personificado.

Dispongamos nuestros corazones para ver en todo tiempo y dondequiera que miramos, la mano dadivosa del Dios de Amor Quien, desde el principio hasta el fin, ha estado, está y estará bendiciendo sobremanera a todas sus criaturas. El Padre Celestial no puede hacer otra cosa que amar porque Dios es AMOR… »

«Nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.» (1 Juan 4:16 NVI)

ZCR
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