Vía de Escape
Si algo distingue a los hijos e hijas de Dios es que hablamos verdad; es parte de la nueva vida en Cristo. Si permitiéramos que la mentira nos manejara estaríamos negando a Jesús. ¡Cuántas personas se han acostumbrado a mentir para salir airosas de circunstancias que intentan acorralarle! Es la salida más fácil para aquellos que han hecho de la mentira su refugio, su vía de escape.
Se necesita valentía e integridad para enfrentar con la verdad cualquier situación, de la índole que sea, no importando cuáles puedan ser las consecuencias. Y, ¡qué bien nos sentimos cuando, sin temor alguno, hablamos verdad! Y es que la verdad nos hace libres. El que conoce la libertad no está dispuesto a perderla por nada; es más valiosa que el oro. “Escudo y adarga es su verdad.”
Una de las malas costumbres más comunes en los humanos es la mentira, desde la famosa y muy mal llamada mentira «blanca» hasta la murmuración malintencionada y la calumnia.
Se recurre a la mentira:
- para evadir una verdad que no puede o no se quiere enfrentar.
- como juego, cediendo por hábito a las «inocentes» e hirientes bromas.
- acostumbrados a salirse con la suya, han hecho de la mentira su costumbre y estilo.
- con premeditación con la sola intención de engañar a los demás.
- para escapar de un momento embarazoso, el cual no se atreven enfrentar por temor al menosprecio o al castigo.
- como hábito justifican todos sus errores mintiendo.
- porque ya es tan parte de su vida que no ven en ello mal alguno.
- hasta ellos mismos se creen sus propias mentiras.
Carece de integridad quien ha hecho de la mentira su refugio.
En una ocasión, Jesús, dirigiéndose a los judíos que querían matarlo porque hablaba verdad, les dijo: «Ustedes son de vuestro padre, el diablo, y los deseos de vuestro padre quieren hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.» Juan 8:44 .
O sea, que todo aquel que dice y hace mentira está siguiendo las insinuaciones y cediendo a la voluntad del mentiroso por excelencia y padre de toda mentira. Quien miente enfrenta y resiste a Dios que es la verdad y acarrea para sí mismo maldición.
«Los labios mentirosos son abominación a Dios; pero los que hacen verdad son su contentamiento.» Proverbios 12:22
Es triste y preocupante saber que tantos sucumben a la mentira por no darle a la verdad la importancia que tiene, pero más doloroso y frustrante es el conocer que algunos que se llaman cristianos y que se supone hayan nacido de nuevo y hayan dejado atrás su vieja manera de vivir, todavía se cedan a tan peligroso hábito que en nada les edifica y que por el contrario les daña, pone en tela de juicio su testimonio y contrista y apaga al Espíritu Santo afectando seriamente su relación con Dios.
«En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que esta viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.» Efesios 4:22-25
Los que sean valientes en reconocer que padecen de esta mal, llévenlo a la cruz con corazón contrito y humillado y tomen la firme decisión de no volver a sucumbir ella.
«El que permanece en la Palabra de Dios, conocerá la verdad, y la verdad le hará libre.» Juan 8:31-32
ZCR
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