¡Qué Testimonio!

¡Qué Testimonio!

Un soldado cristiano tenía por costumbre terminar cada día leyendo la Biblia y orando. Cuando el resto de sus compañeros llegaban y se retiraban a dormir, él doblaba sus rodillas y oraba al Señor.

imageSi los compañeros lo veían, comenzaban a mofarse y a hostigarlo. Pero una noche, el abuso sobrepasó el asalto verbal y mientras el cristiano bajaba su cabeza para orar, uno de los antagonistas le lanzó una de sus botas en la oscuridad y lo golpeó en la cara. Todos comenzaron a reírse y a burlarse esperando que se desatara una pelea entre ellos.

Pero no hubo el desquite ansiado. En la mañana, al levantarse el imagesoldado provocador, quedó más que asombrado, anonadado, al mirar al lado de su cama. Allí estaban sus botas, las cuales le fueron devueltas tan limpias y pulidas que brillaban.

«Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica déjale también la capa.” Mateo 5:40

Comentario: ¿Cuánt@s nos hemos negado a tal grado que estaríamos dispuest@s a hacer lo mismo que el joven de esta historia? No está fácil, ¿verdad? Pues cuando vivimos para agradar al Amado, todo lo hacemos por Él y para Él. Y como en toda circunstancia en que hay personas envueltas lo más importante es la salvación de esas almas, el testimonio que demos ante el mundo es vital.

No olvidemos que la venganza no es nuestra sino de Dios; Dios mismo se encargará de pagar en su tiempo. Él es quien venga nuestros agravios…

Los comentarios están cerrados.