Quiero Ese
Escuché cierta historia sobre un granjero que tenía unos cachorritos para la venta. Hizo un rótulo para anunciarlos y lo clavó en un poste a la orilla de su patio. Mientras insertaba el clavo en el rótulo sintió que lo halaban por su pantalón. Vió que era un niñito con una amplia sonrisa en su rostro y algo en su mano.
-“Señor,” -le dijo- “deseo comprar uno de sus perritos.”
-“Bueno,” –dijo el granjero- “Estos cachorros son de padres de raza muy fina y cuestan bastante.
El niño bajó la cabeza por un momento, y volvió a mirar al granjero y le dijo, -“Tengo 39 centavos. ¿Será suficiente para ir a verlos?”
-“Claro,” –dijo el granjero. En eso silbó y llamó: -“Dolly, ven aquí, Dolly.” De la casita de los perros salió Dolly seguida por cuatro bolitas de lana. Los ojitos del niño brillaban de alegría.
Un rato más tarde salió otro perrito de la casita; éste notablemente más pequeño. Se deslizó por la rampa y comenzó a cojear en un intento inútil de alcanzar al resto. El cachorro era claramente la mancha de las crías.
El niñito pegó su cara a la verja y gritó, -“Quiero ese,” –señalando al cojito. El granjero se arrodilló y le dijo, -“Hijo, no creo que quieras ese cachorro. El nunca podrá correr ni jugar contigo como a ti te gustaría.”
El niño se dobló y lentamente se subió una pata del pantalón. Al hacerlo dejó al descubierto una abrazadera de metal en ambos lados de su pierna agarrada a un zapato especial. Mirando hacia arriba al granjero, le dijo:
-“Ve, señor, yo mismo no puedo correr muy bien, y él va a necesitar de alguien que lo entienda.”
Por: Charles Stanley
“De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.” Mateo 18:3-4