Leía un artículo, el cual provocó en mí cierta admiración por la claridad con que la autora del mismo supo describir y expresar su pensamiento sobre una realidad que nos ha tocado vivir en este tiempo en nuestra tierra. Decía ella: ¿Quién nos cuidará del que nos cuida? ¿Quién nos protege del que se supone nos proteja? Trajo ciertos ejemplos para fundamentar su escrito, los cuales parafraseo y a los que yo le añado otros…

Cito: ¿El policía que se confabuló para atracar a un camión blindado? ¿Decenas de políticos convictos por corrupción?¿Empresarios, cívicos y religiosos que han faltado a la ética y a los postulados de su fe?

Añado: Policías, que deshonrando su función ministerial de mantener el orden y velar por las vidas de los ciudadanos, sin piedad alguna arremeten contra un ciudadano con su arma de oficio, lo acribillan, lo dejan muerto y siguen caminando como si nada hubiera ocurrido.

El político, que debería ser ejemplo para aquellos a quienes representa, públicamente trata sus diferencias con palabras soeces y con violencia.

Progenitores que adolecen del más mínimo respeto y consideracíón hacia sus propios hijos y que, en lugar de ser sus más férreos protectores amándoles, instruyéndoles y defendiéndoles, se atreven a abusar de ellos, constituyéndose en sus mas peligrosos enemigos?

Doctores en medicina burlando la confianza que han depositado en ellos sus pacientes, traspasando los linderos de la ética profesional de diferentes maneras. Profesores que aprovechan su autoridad para engañar y abusar de sus estudiantes?

O sea, que aquellos de quienes se espera estén para custodiar, instruir, servir, defender, respetar, inspirar confianza y seguridad, se han convertido en personajes siniestros de quienes hay que cuidarse. «¿Quién velará al que le toca cuidarnos?» Terminó diciendo en el artículo su autora.

El panorama continúa tornándose más claro para los que hemos entendido que, en este mundo, todo es incierto. Las circunstancias nos van empujando al Único en quien se puede confiar… Jesús, el Amigo fiel que, como Buen Pastor, continúa amando, guiando y guardando a sus ovejas … y con los brazos abiertos esperando por aquellas que aún están fuera del redil. «De su mano, nadie las podrá arrebatar.” (Juan 10:28)

ZCR
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