No Hay Palabras

No Hay Palabras

El día en que el velo que cubría mi corazón fue quitado al toparme con Aquel que anhelaba mi alma, mis ojos espirituales fueron abiertos y comencé a ver y a disfrutar  de aquello que hasta entonces había estado oculto, el maravilloso y real mundo de la Fe. Salí de la mentira al conocer la Verdad; la senda equivocada de la religión que me tenía confundida desapareció al llegar yo al verdadero Camino. Las tinieblas se desvanecieron al instante al resplandecer la Luz en mi vida. ¡JESÚS llegó, me deslumbró y se adueñó de mi corazón!

Al encontrarme de improviso en otro mundo, no me sentí fuera de lugar, todo lo contrario, todo mi ser: espíritu, alma y cuerpo, vivió la experiencia de haber llegado a casa… como el pecesito en el agua disfrutando del ambiente perfecto conforme a lo que el Creador había dispuesto para su mayor deleite.

Y lo más hermoso… comencé a advertir los brazos tiernos de mi Amante Salvador rodeándome y sus manos fuertes y seguras, dirigiéndome y protegiéndome. Mi Padre Celestial me encomendó al Buen Pastor y de su mano nadie me arrebatará. ¡Te adoro, Admirable!

El Espíritu Santo, el responsable de esta historia, quien se dio a la tarea de preparar el encuentro entre Jesús y mi persona, continuó lo que comenzó en aquel día inolvidable, y así ha estado desde entonces, revelándome, enseñándome, dirigiéndome, redarguyéndome, alertándome, fortaleciéndome, y provocándome a adorar y glorificar al único merecedor de toda gloria, honra y alabanza: Jesucristo el Señor. ¡Cada día le amo más!

¿Ha sido todo “peaches and cream” como dice el anglosajón, o todo color de rosa como decimos los hispanos? Pues… ha sido una aventura sumamente interesante desde el momento mismo en que comencé a proclamar a los cuatro vientos que mi conversión a Cristo no se dio en el aire, ni en la arena, sino sobre la Roca, y que no entré al ejército espiritual a jugar sino a guerrear, revelándome el Espíritu Santo de Dios que mi lucha no es contra la gente ni contra las circunstancias, sino contra las huestes espirituales de maldad que están detrás. Y como el que está en mí es mayor que el que está en el mundo, confieso de día en día que por Jesús soy más que vencedora. Vivo en VICTORIA porque permanezco en la Fe del Hijo de Dios…

Mi vida en el Señor se da naturalmente. El seguir renovando mi entendimiento por medio de la Palabra, el mantener mi amistad en una relación personal e íntima con mi Dios, y el hablar de sus bondades y grandezas, es mi vida… Todo lo hace Él desde el principio hasta el final. No practico una religión; vivo… la Vida. “Jesucristo en mí, la esperanza de Gloria.”

“Hay momentos, que las palabras no me alcanzan para decirte lo que siento, por Ti, mi buen Jesús. Yo te agradezco por todo lo que has hecho, por todo lo que haces, por todo lo que harás…”

Así canta el corazón agradecido por la misericordia, fidelidad e inmensidad del amor de Dios. “Las palabras no me alcanzan para decirte lo que siento, por Ti, mi buen Jesús.”

Los que hemos vivido la experiencia de encontrarnos con el Admirable seguimos caminando con Él de la mano, gozándonos en su compañía, en su amistad y en su amor, e instando a tiempo y fuera de tiempo para que otros también puedan ser bendecidos.

Si tu alma está sedienta, ven a Él y bebe de la fuente de agua que salta para vida eterna. Quien quiera conocer el verdadero amor, haga la paz con Dios y entre en amores con el Amado.

“Bajo la sombra del Deseado me senté, y su fruto fue dulce a mi paladar. Me llevó a la casa del banquete y su bandera sobre mí fue Amor.” Cantares 2:3-4

ZCR
www.elAdmirable.net

Como el pecesito disfruta en el agua…
Así nos sentimos al llegar a casa: al mundo de la Fe
y a los tiernos brazos de nuestro amado Salvador.

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