Milagro de Navidad
En una navidad, años atrás, nuestra familia vivió una especie de milagro. Éramos muy pobres. Mi mamá se esforzaba pero, criando tres niños, se sentía que estaba peleando una batalla perdida. Ese año había sido muy duro, pues, no solamente no recibiríamos regalos, sino que tampoco teníamos para abrigos de invierno ni para comida.
Muy deprimida, mi mamá se fue a una reunión de Alcohólicos Anónimos, y allí le dijo a todos cómo se sentía. Les dijo que para ella estaba siendo muy difícil permanecer fuerte y que ya se sentía agotada de tanto luchar. Todo lo que ella quería de ellos era sus oraciones y tener con quién desahogarse.
Cuando la reunión hubo terminado, un hombre se le acercó y le dio un abrazo. Le dijo que todo iba a estar bien y que lo más importante era que nunca dejara de orar y que nunca perdiera la fe. Él le tomó la mano y ella sintió unos papeles apretados entre sus manos. Creyendo ella que podía ser alguna pequeña ofrenda le dio las gracias.
Cuando él se fue, ella abrió su mano y encontró la cantidad de $300. Era lo suficiente para comprar comida, regalos y abrigos para la navidad. Miró a todos lados a ver si veía al hombre pero éste se había ido. Le preguntó a todos los que estaban en el lugar pero nadie había visto cuando el hombre la abrazó, y ni siquiera que lo hubieran visto en la reunión.
Jamás lo volvió a ver, pero éste, no sólo salvó nuestra navidad sino también la vida de mi mamá. Su bondad renovó sus esperanzas, fortaleció su fe, y tuvo un impacto en la vida de todos nosotros. Por eso… nunca pierdas la fe ni la esperanza; Dios siempre escucha la oración y, en su tiempo, también la contesta.
Por: Anónimo
Tomado del Libro de Lynn Valentine: Miracles
“Entonces me invocaréis y vendréis a Mi, y Yo los oiré.”
Jeremías 9:12