Llegó Tarde

Llegó Tarde

En cierta ocasión Jesús aceptó una invitación para cenar en casa de un fariseo llamado Simón. Estando ya en la mesa, entró una mujer con un frasco de perfume y entre lágrimas y sollozos se postró, ungiéndole y besando sus pies, mostrando así cuánto amaba al Maestro. Al ver esto el fariseo, su ánimo se alteró; no podía creer lo que estaba viendo pues la mujer era una conocida pecadora.

Jesús, con la sabiduría que le caracterizaba, ilustró al hipócrita fariseo con una parábola que dejó al hombre pasmado y sin aliento. El contraste entre la mujer y el fariseo era obvia… él se consideraba justo por sus obras, ella fue justificada ante Dios por la fe que obra por el amor. “Tu fe te ha salvado, ve en Paz” –le dijo Jesús a la mujer. (Lucas 7:36-50)

Los fariseos se justificaban a sí mismos y menospreciaban a los otros. Pero, Jesús no vino al mundo a buscar a los justos, sino a los pecadores al arrepentimiento. Los que se consideran justos pretenden ganarse el reino de los cielos buscando excusas para sus propios errores. Escondiendo sus pecados, se consideran con autoridad para juzgar a los demás.

Dice el apóstol Santiago en su epístola: “Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?” v.4:12

Y a los hijos de Dios, ¿quién los acusará? Es Dios el que justifica. ¿Quién los condenará? No ha nacido criatura en la tierra que les pueda señalar en manera alguna; quien lo intente, llegó tarde. Pues… Cristo fue el que murió, quien también resucitó y está a la diestra del Padre intercediendo por todos los que han sido justificados, no por sí mismos sino, por la Fe en el poder de Su sangre preciosa. (Romanos 8:28-39)

Antes, somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. Nada ni nadie nos podrá separar del Amor de Dios que es en Cristo Jesús, Señor nuestro…

ZCR
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