La Corbata
En cierta ocasión, Spurgeon lucía una larga y vistosa corbata muy de moda en la época en que “el príncipe de los predicadores” llenaba los templos y salones más grandes de Londres.
Al terminar la predicación, se le presentó una señora, de esas que son muy devotas, pero cuyo mayor oficio era descubrir los defectos del prójimo.
-Señor Spurgeon –le dijo-, he traído mis tijeras, pues deseo acortarle esa corbata que, aparte de ser muy mundana es demasiado larga para un predicador del Evangelio.
-Corte como quiera, señora –fue la respuesta. –Pero antes permítame usar sus tijeras para cortar algo que usted lleva, una cosa que es demasiado larga, y que produce, a mi entender, mucho más escándalo al Evangelio que mi pobre corbata.
La interpelada aceptó filosóficamente la reprimenda pensando que se trataba de algún adorno de su vestido, y le entregó las tijeras. Entonces Spurgeon, con una ancha y simpática sonrisa, exclamó:
-Señora, saque usted la lengua….
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“¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no miras la viga que está en tu propio ojo? ¿Cómo dirás a tu hermano: “Déjame sacar la paja de tu ojo”, cuando tienes una viga en el tuyo?” Mateo 7:3-4 RVC
La lengua es un miembro pequeño pero se jacta de grandes cosas. Sólo Cristo puede domarla para siempre bendecir… De una misma boca no puede proceder bendición y maldición, así como de una fuente no puede salir agua dulce y salada. (Santiago 3:5-12)
¡Qué diferente y qué bien nos sentimos cuando, en vez de juzgar y criticar en los demás lo que no es de nuestro gusto, admiramos y elogiamos sus virtudes! No puede amar a otros quien no se ama a sí mismo/a. «El que no ama, no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor.» 1 Juan 4:8 RVR1960