Hermoso mi Señor
Cuando nos encontramos con el Cristo de la Gloria no podemos menos que embriagarnos en su amor y deleitarnos en su presencia al ver nuestra necesidad de salvación satisfecha, sin merecerlo. Su misericordia es tal que, en ese momento, nuestra vida cambia para siempre; jamás volvemos a ser los que antes fuimos; el pasado quedó atrás irremediablemente.
Enamórate de Jesús, y mantén tu mirada en el Amado en todo tiempo. Haz de tu relación con Él una cada vez más íntima y personal, para que el impacto que recibiste cuando lo conociste, permanezca y siga creciendo de día en día. Deléitate en Él y tus peticiones serán contestadas.
Permanezcamos en ese primer amor gozando y deleitándonos en su presencia, la cual es nuestro sostén y descanso en medio de toda circunstancia. «Yo soy de mi Amado, y mi Amado es mío; Su bandera sobre mí es amor.»
Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; la gracia se derramó en tus labios; por tanto, Dios te ha bendecido para siempre. Salmos 45:2
Como el manzano entre los árboles silvestres, así es mi Amado entre los jóvenes; bajo la sombra del Deseado me senté, y su fruto fue dulce a mi paladar. Me llevó a la casa del banquete, y su bandera sobre mí fue amor. Cantares 2:3-4
El Señor es la porción de mi herencia y de mi copa; Tú sustentas mi suerte. Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado. Salmos 16:5-6
ZCR
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