Me extasío admirando la naturaleza; me deleito sobremanera viendo cómo se luce cada año mostrando su hermosura. Me cautiva la belleza que al Creador le plació plasmar a nuestro alrededor, cual lienzo del más virtuoso pintor, para que a través de la creación le veamos a Él.

Donde quiera que voy, algún paisaje llama mi atención. Es como si oyéramos al Señor decir: «Dios reina. Aunque la tierra tiemble, Dios está en medio de ella; no será conmovida.” Admiremos las obras del Creador, porque en ellas está Él…

¡Cuánto nuestro Dios anhela que se le tenga presente en todo tiempo y en todo lugar! ¡Cuánto se goza cuando lo tomamos en cuenta, cuando advertimos su presencia en todas sus obras, cuando desviamos la mirada de nosotros mismos y la posamos en el Admirable!

No hay panorama más hermoso que aquel que nos recuerda que detrás de su belleza está el Creador, el Dios del universo, nuestro Padre Celestial.

Por cuanto me has alegrado, oh Señor, con tus obras; en las obras de tus manos me gozo. Te alabaré, porque formidables y maravillosas son tus obras; estoy maravillado/a, y mi alma lo sabe muy bien. Salmos 92:4, 139:14

El posar nuestra mirada en aquello que nos pone en comunión con Dios impide que los asuntos no tan agradables, tomen autoridad sobre nuestros pensamientos y nuestro corazón.

Y, ¡qué mejor que ver a Dios en todo y en todos! Es esa una buena salida cuando los problemas intentan atraparte para desviar tu mirada. No lo permitas… Ese Dios que miramos y admiramos es más grande y poderoso que cualquier problema, llámese como se llame. Puestos los ojos en Jesús…

“Y los redimidos del Señor volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y la tristeza y el gemido huirán.” Isaías 35:10

Me deleita estar bajo la sombra del Deseado; dulce a mi paladar es su fruto. Me llevó a la sala del banquete y sobre mí enarboló su bandera de amor. Cantares 2:3-4

ZCR
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