“Dijo Jeroboam a su mujer: Levántate ahora y disfrázate para que no te conozcan.” Así lo hizo la mujer; se disfrazó y salió a encontrarse con el profeta Ahías, quien ya no podía ver pues se había quedado ciego a causa de su vejez. Pero… el Dios a quien servía Ahías, ve y oye perfectamente, y lo puso al tanto de la farsa dándole instrucciones precisas. “Tan pronto escuchó Ahías las pisadas de la mujer al entrar por la puerta le dijo: Entra, mujer de Jeroboam, ¿por qué te finges otra?” 1 Reyes 14:2-6

En todas las épocas han existido personas que se valen del disfraz para engañar a quienes consideran ingenuos e incautos, y… le funciona, hasta que se dan con un hijo o una hija del Dios Altísimo, porque… a Dios no se puede engañar; Dios no puede ser burlado. “Y no es de maravillarse, pues el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.” 2 Corintios 11:14

¡De cuántas máscaras se valen algunos humanos tratando de ocultar lo que llevan dentro! La sociedad sin Cristo es una pantomima escenificada por actores y actrices cuyo “modus vivendi” es la actuación, efecto de la insatisfacción con su propia identidad o personalidad por el temor de enfrentarse a la verdadera condición que oculta su pobre, angustiado y enfermizo corazón.

¡Cuántas personalidades ensalzadas y hasta idolatradas por la sociedad han confesado que no se aman ni se aceptan a sí mismas, terminando algunas con su propia vida! No han podido seguir viviendo con la angustia que les ocasionaba el estar ocultando su propia personalidad detrás de una máscara que, por el pegamento con que la adherían, les era imposible en ocasiones, librarse de ella. Y… continuaban simulando y fingiendo ante una sociedad ajena a la batalla que habían estado lidiando, por no reconocer a tiempo su necesidad de Cristo en sus vidas… Extenuadas y cansadas de vivir a su manera pero, subestimando a Quien vino a la tierra a alumbrar sus tinieblas, a dar libertad y a llenarles de su Paz.

Asimismo una gran mayoría pueblerina se las ingenia de día en día sorteando entre todos sus disfraces para ver cuál ha de usar en tal o cual ocasión buscando agradar los ojos de quien les ve y los oídos de quien les escucha. Y todo por carecer de la honestidad necesaria para reconocer que el vacío en sus vidas con nada lo han podido llenar.

Es reconfortante saber que Dios ama a cada cual tal y como es, genuino y original, tal y como fue creado, sin artificios y sin necesidad de recurrir a esconder su verdadero ser, y en la disposición honesta de dejar en la cruz todo aquello que pesa y estorba. Quien ha recibido el Amor de Dios se acepta y se ama a sí mismo/a tal y como Dios lo o la creó.

Se revele el Señor a quienes hasta ahora han estado viviendo doble vida escondiéndose tras la máscara de la hipocresía y el fingimiento ocultando lo que le aterra pensar que algún día pudiera ser descubierto/a. El que anda en tinieblas vive confundido… “Jesucristo, la Luz, ha venido al mundo, para que todo aquel que cree en El no permanezca en tinieblas.” Juan 12:46.

Mejor destaparse privadamente ante el Dios de amor en humildad de corazón, que ser desnudado/a cuando menos lo espera por un traidor. “Porque nada hay oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido y de salir a la luz.” Lucas 8:17

ZCR
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