Comunión con Dios

Comunión con Dios

Dios impartió de su Espíritu a cada criatura por lo que jamás persona alguna podrá sentirse completa y realizada, apartada de su Creador. El ser humano fue creado para vivir en comunión con Dios. No es un lujo para unos pocos sino una necesidad de todos. ¡Qué deleite y qué emoción cuando el vacío del corazón se llena con la presencia del Salvador! «En tu presencia hay plenitud de gozo, delicias a tu diestra para siempre.» (Salmo 16:11)

Cuando nuestro espíritu se amalgama, se fusiona, entra en koinonia (en comunión) con el Espíritu de Dios… cuando sentimos su toque en las fibras más profundas de nuestro ser, nos sentimos tan pequeños, tan necesitados y tan agradecidos de su misericordia, de su gracia, de su fidelidad y de su amor… ¡Tan bienaventurados! Las lágrimas brotan en una mezcla de alegría por el deleite que nos da su presencia, y tristeza por tantos que aún están a mitad de camino y otros que ni siquiera han entrado.

¡Qué diferente sería el mundo si, empezando por los gobernantes, sus ojos espirituales se abrieran para ver que la tierra está llena de la gloria de Dios, y que su reino entre nosotros está! !Oh, Señor, revela al mundo cuán grande es tu Amor para con todos y cuán inmenso es el anhelo de tu corazón de tener comunión con todas tus criaturas!

Cuando Pedro, Juan y Jacobo vieron a Jesús transfigurado en el monte donde subió a orar, quedaron tan maravillados y embelesados con lo que estaban viendo que querían permanecer en el lugar. Hubieran dado lo que fuera con tal de seguir disfrutando de la gloria de Dios. (Lucas 9:28-36)

Yendo Jesús de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. María, la hermana de Marta, dejó lo que estaba haciendo y enseguida se sentó a los pies de Jesús para disfrutar de su presencia. Marta, molesta con su hermana por no ayudarle con los quehaceres, se quejó a Jesús. Mas Jesús le respondió: «Marta, Marta, deja los afanes que te están turbando, y permite que tu hermana se goce de la buena parte la cual no le será quitada.» Sólo una cosa es necesaria, y María decidió aprovechar el momento optando por lo más importante, de lo cual nada ni nadie le podría despojar. (Lucas 10:38-42)

¿Quién desea cambiar el deleite que supone el estar gozándose de la presencia del Admirable por sobrecargarse con los asuntos del mundo? “Estate quieto/a y descansa, para que conozcas a Dios…” (Salmo 46:10) Como Pedro y como María, así también nosotros nos deleitamos en la presencia del Amado, con la única diferencia que ellos lo tenían a su lado por un momento y nosotros lo tenemos en nuestro interior siempre, permanentemente, en todo tiempo y en todo lugar. Ahora podemos vivir en comunión con el Dios verdadero porque vivimos en comunión con su Hijo. ¡No tengamos en poco lo que Dios nos ha concedido!

Si aún no has vivido la experiencia de gozarte en Aquel que te creó, sólo tienes que amistarte con Él aceptando a su Hijo Jesucristo… recibirás su Gracia, su Perdón, su Paz y su Amor. Sigue el ejemplo de María, la madre de Jesús, quien se humilló exaltando al Señor y su espíritu se regocijó en Dios su Salvador. (Lucas 1:46-47)

No es menester apartarse del mundo para permanecer en comunión con Dios; si bien es bueno y necesario separar tiempo para estar a solas con el Amado, no es imposible mantener la comunicación con Él mientras cumplimos con los deberes que nos imponen nuestras responsabilidades diarias.

Aprovechemos sabiamente el tiempo que nos resta en esta tierra y aseguremos nuestro bienestar eterno al lado de nuestro Dios y Salvador. La decisión debes tomarla ahora… Después que partas de este mundo, será demasiado tarde.

“La comunión íntima del Señor es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto”. Salmo 25:14

ZCR
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