¿Auténtico o Ficticio?

¿Auténtico o Ficticio?

¿Qué es lo que está pasando con los llamados cristianos de nuestros tiempos, que no le están dando al testimonio de la salvación la importancia que realmente tiene? Hemos sido comisionados por Dios, desde el momento en que pasamos a ser parte de Su familia y de Su pueblo, a anunciar las virtudes de Aquél que nos sacó de las tinieblas y nos trajo a Su luz admirable, y a compartir con los demás lo que de El hemos recibido. Y ésto, comenzando por casa…

¿Estamos realmente conscientes de lo que se nos demanda? ¿Estamos viviendo para poner en alto la luz del Evangelio? ¿De verdad que tú sientes pasión por las almas que están en tinieblas y tu meta primordial es ganarlas para el Reino, comenzando por los de tu casa? ¿Estás seguro o segura de que estás viviendo para ser luz del mundo y sal de la tierra?

¿Sabías tú que, a muchas personas no les interesa que se les hable de Dios por los malos testimonios de aquellos que se llaman cristianos? ¿Has vivido tú la experiencia de que, con mucho amor te acercas a alquien a darle un tratado y éste como un resorte, te lo devuelve airado con la explicación de que un supuesto cristiano le hizo odiar todo lo que tenga que ver con Cristo y la Biblia, por su mal comportamiento? Lo primero que dicen es que «todos» los cristianos son hipócritas y no viven a la altura de lo que predican. Ellos no conocen a Cristo, por lo tanto, su mirada está en aquellos que dicen que lo han conocido.

¿Cuántos hijos, cuando llegan a la edad de la adolescencia, se rebelan, y no hay quien los haga buscar de Dios? En muchos de los casos, el testimonio de sus padres ha sido tan pobre y tan poco genuino, que simplemente no han querido seguirlos; no les interesa imitarlos porque no ven en ellos nada que les provoque el deseo de cambiar. ¿Cuántas esposas o cuántos esposos han estado esperando largos años por la conversión de su cónyuge, y mientras más tiempo pasa más distantes y difíciles se tornan y más reacios a todo aquello que le huela a cristianismo? ¿Cuántos compañeros de trabajo están esperando ver en aquellos que se llaman cristianos un comportamiento diferente al de los demás? Y pasan los años y éstos siguen siendo iguales que el resto en su manera de hablar, de mirar, de actuar, etc. No ven en ellos nada que los distinga.

Se tiene en poco el testimonio que a diario damos a los demás. Se nos olvida que somos colaboradores de Dios para evitar que muchos se pierdan para siempre; Dios cuenta con nosotros. Y si por nuestra irresponsabilidad otros se pierden, tendremos que darle cuenta a Dios en su día. Si subestimamos la salvación de los demás es porque a la nuestra no le estamos dando el valor que tiene. ¿Testimonio auténtico o ficticio? ¡Creamos conciencia de lo que ésto supone y guardemos nuestra propia salvación con temor y temblor!

No se están siguiendo las instrucciones bíblicas, que son las que producen resultados eficaces y positivos. Cada cual se ha creado su propio sistema y manera de evangelizar donde lo más importante, que es la oración y el escudriñar las escrituras, se ha echado a un lado, y se ha recurrido a hablar, hablar, y hablar de su propio corazón porque, la materia prima del Espíritu Santo para redargüir los corazones, que es la Palabra de Dios y la fe necesaria para hablar con autoridad, falta o escasea; no hay sustancia en la calidad de vida.

Están los que ni siquiera lo intentan, pues les basta con visitar un templo de vez en cuando buscando su propia satisfacción y olvidándose de que hay una familia y un vecindario y una comunidad que está esperando a que se conviertan de verdad para alcanzar aunque sea unas pocas migajas de lo que ellos han recibido. Piensan que están muy bien cuando lo que tienen en su propio hogar es un caos peor que el que se le presentó a Jonás por estar huyendo sin razón. El barco se les está hundiendo y ellos no se dan por aludidos.

Es más lo que se habla que lo que se vive. Nos encanta hablar a todos de la Biblia pero, ¡qué difícil se nos hace vivir lo que predicamos! Y ¿sabes qué? Lo que manifestamos con nuestros hechos, lo que los demás ven en nosotros, tiene más poder que las palabras que predicamos con nuestros labios, si éstas no están respaldadas por un testimonio claro, puro, transparente. El verdadero cristiano no tiene que decir que lo es; con su forma y manera de actuar… se ve. Y eso es lo que impacta y realmente toca a otros; esa es la luz que alumbra las tinieblas.

Si realmente has tenido una experiencia de salvación con Dios, si has gustado de una nueva vida y reconoces que ésto no te lo has ganado ni lo mereces, sino que ha sido todo producto del Amor y la Misericordia de Dios para contigo… Toma la decisión de permitir que Dios te mueva a compasión por los que todavía están en tinieblas, y deja que tu vida sea el vocero mayor y más potente, para traer a aquellos que están esperando ser alumbrados.

Seamos diligentes en hacer lo que nos corresponde y lo suficientemente humildes para reconocer que hay áreas en nuestras vidas que no hemos cedido enteramente a Dios y que son éstas las causantes de que, en muchas ocasiones, no demos al mundo el buen testimonio que de nosotros se espera. Provoquemos al mundo a sentir hambre y sed de Dios. ¡Que el mundo vea que JESÚS en las vidas… hace la diferencia!

«Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y  cómo ha tenido misericordia de ti.» Marcos 5:19

ZCR
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