Abre la Puerta

Abre la Puerta

Cuando hemos descubierto que sólo Dios nos brinda la seguridad que necesitamos para seguir caminando en medio de un mundo tan hostil, es imposible mirar hacia atrás para considerar siquiera los mejores momentos que pudiéramos haber vivido sin Él. No hay comparación… 

«¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti? Y fuera de Ti nada deseo en la tierra.» Salmos 73:25

Ante el giro que sigue tomando la sociedad, en confusión y a la deriva, es preocupante ver que son tantos los que se resisten a entrar por el único camino que lleva a la vida. Y reitero, que no es pertenecer a religión alguna, sino decidirse por Cristo, el único Camino y la única Verdad; Él es el Refugio, es la Roca donde nos paramos firmes para no resbalar. “Alma mía, en Dios solamente reposa, porque El es mi esperanza.”

Al enterarme de personas que una vez estuvieron tan cerca de Jesús y se fueron atrás, se compunge mi corazón. Ciertamente no era la vida eterna lo más importante para ellos, sino la temporal; no era al Benefactor a quien buscaban, sino sus beneficios. Cristo tocó a su puerta, se conformaron con entreabrirla, lo saludaron y lo despidieron negándole la entrada.

Otra fue la historia con aquellos que, al advertir el aroma del perfume del Admirable, se dejaron cautivar y abriendo la puerta de su corazón de par en par, le recibieron, se postraron a sus pies y empezaron a gozar de la buena parte la cual no le será quitada jamás. De esos ya algunos están gozándose con el Señor en las mansiones celestiales. ¡Gloria al que vive para siempre!

En cierto momento sentí enviarle una edición de Compartiendo (un rotativo que acostumbraba elaborar cada dos meses) a un familiar muy querido, inquiriéndole luego si deseaba que se lo siguiera enviando. Me contestó muy agradecido diciéndome que quería recibirlo pues le había sido de gran edificación. Unos meses más tarde partió de este mundo y confío que lo que recibió por ese medio haya hecho la diferencia en el momento crucial. Y es que, Dios no empuja ni obliga… El espera que cada cual se ceda voluntariamente, en fe, de corazón y por amor.

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” Apocalipsis 3:20

ZCR
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